Adoptar estilos de vida activo mejora la flora intestinal


Uno de los dogmas de la condición física es el principio de adaptación, que va mucho más allá de una adaptación a nivel cardiovascular, nervioso o muscular.

Un equipo de científicos publicó en 2014 (Clarke SF, Murphy EF, O'Sullivan O, et al. 2014; Gut, 63: 1913–20), cómo afectaba la dieta y el ejercicio en la composición de la microbiota intestinal. En este estudio se halló que los deportistas de élite tenían una mayor diversidad microbiana (22 filos) frente a hombres con Índice de Masa Corporal (IMC≤25) (11 filos) y muy por encima del grupo de hombres con IMC>28 (filos).

En un estudio más profundo de esta muestra (Barton W, Penney NC, Cronin O, y col. 2017; Gut Published Online First: 30 March), se encontró que las mayores diferencias funcionales se encontraban en el grupo de un alto IMC, no hallándose tantas diferencias entre los perfiles microbianos de los deportistas y del grupo con bajo IMC con alguna actividad física. Los autores especulan con que el aumento moderado de la actividad física en personas con sobrepeso u obesidad, podría conferir unas ADAPTACIONES funcionales metabólicas beneficiosas que se observan dentro del microbioma del atleta, o dicho de otra manera, para obtener los beneficios de una diversa flora intestinal, no sería necesario encontrarse dentro del grupo de atletas de élite, sino únicamente, mantener un estilo de vida activo. 

El enigma sigue siendo, descubrir cuál es la relación exacta entre ejercicio y microbiota intestinal.